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Tradición y Revolución

Las últimas declaraciones de Aznar.

Las últimas declaraciones de Aznar.

 

    Sorprendente podría resultarnos la última intervención pública del ex-presidente de España, José María Aznar, el pasado 3 de Junio; día en el que participó en un ciclo de conferencias celebrado en la Universidad San Pablo-CEU de Madrid. Sorprendente por dos cosas: primero, por la hipocresía que implica el hecho de que el personaje que legalizó la píldora abortiva, que abrió las puertas a los “matrimonios homosexueales”, que eliminó de su partido la referencia al humanismo cristiano, y que, entre otras muchas cosas que podrían llenar esta breve lista, participó en la invasión de Irak; se atreva a pisar una Universidad católica. Pero además, y lo que es todavía más farisaico, porque el individuo que tiene el dudoso honor de llevar en su currículum político la iniciativa en la creación de las leyes que amparan lo expuesto anteriormente, no tuvo ningún tipo de reparo en afirmar que  "pretender avanzar en el camino que lleva a destruir el derecho a la vida y pervertirlo en un falso derecho a acabar con la vida es, simple y llanamente, retroceder en el camino de la civilización"; cuando ha sido precisamente él uno de los políticos que más han contribuido a ello.

    Sin embargo, la eterna hipocresía del PP dejó de sorprender hace mucho; pues no es, ni mucho menos, la primera vez que un integrante de este partido político intenta, y casi siempre logra, presentarse como un paladín de la Cultura de la Vida. También ha ocurrido lo mismo con Mayor Oreja, a quien Rajoy ha enviado a Bruselas no para deshacerse de él en el "cementerio de elefantes" que es el Parlamento Europeo, tal y como indican quienes creen que el jefe del PP pretende deshacerse de políticos católicos que frenen el ya consolidado "giro a la siniestra" del centro-derecha español; sino por una cuestión bien distinta. Una cuestión que, a mi entender, radica en la misma hipocresía en el seno de la cual se enmarcan, y así comprenden, las declaraciones de Aznar a las que hacía referencia al comenzar este artículo: la desesperada búsqueda del voto católico por parte de unos políticos laicistas y ateos. Porque sólo así se explica que el número uno de las listas populares se autodenomine, con Aznar y tantos otros, defensor de la vida y de las raíces cristianas de Europa; pero que al mismo tiempo pertenezca a un partido que pidió el Sí para una Constitución condenada por la Iglesia y que considere el debate del aborto una simple táctica para encubrir la crisis económica. Lo que hacen Mayor Oreja y Aznar es esconder sus cuerpos de lobos en sendas capas de pieles de oveja; ocultando una ideología áspera y sucia bajo la atractiva e inmaculada lana del Evangelio. Como dijera San Ignacio de Antioquia “algunos acostumbran a divulgar sobre Jesucristo con perverso engaño, y además hacen cosas indignas de Dios. A estos es necesario que los evitéis igual que a las fieras, pues son perros rabiosos que muerden a traición”.

    Los lobos con piel de cordero siguen existiendo, y afilan sus colmillos para estar preparados el 7 de Junio, cuando millares de personas engañadas les eleven al Parlamento de la Unión y así les permitan continuar fagocitando lo poco que queda en Europa de su ethos cristiano. Y cuando, como a Aznar el pasado día 3, se les eche en cara su hipocresía, continuarán escudándose en  la supuesta incapacidad que tienen para cambiar una "ley consensuada y aceptada por la sociedad"; lo cual sirve a muchos católicos que les votan para justificar su actuación, pero que a otros muchos nos demuestra la verdadera concepción política de los populares: la que prima la Ley Positiva sobre la Ley Natural, contradiciendo sin remordimientos la Doctrina Social de la Iglesia del mismo modo que hicieron cuando redujeron el debate sobre las uniones homosexuales a una simple discusión que giraba en torno a su regulación positiva, esto es, si llamarlas "matrimonio" o "pareja de hecho"; pero sin plantearse nunca su compatibilidad con la Moral Objetiva.

    Así son los liberales, defensores, en palabras de Pío Baroja, de la “dictadura del número”, del imperio de la voluntad de la masa sobre la razón y la verdad. Para los populares  no existen principios eternos e inviolables, pues únicamente se reconoce el “consenso” como única Ley de la nación; aunque ésta sea injusta y no la acepten muchos de sus votantes. Pero una cosa es la ideología y otra muy distinta es el votante, y como el electorado católico es todavía importante, por mucho que les pese a los “progres”, es necesario disfrazarse unas semanas para captar su voto. Cuando el cómodo sillón de Bruselas esté asegurado, podrán volver a mostrarse tal y como son: partidarios, según Daniel Hannan, de las mismas premisas que los socialistas en un 97% de los casos; aunque eso en España no nos lo cuenten los medios de comunicación oficiales.

 

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