"Ensayo sobre el catolicismo, el liberalismo y el socialismo", de Juan Donoso Cortés.
El siguiente artículo constituye un brevísimo resumen del último de los libros que he leído: “Ensayo sobre el catolicismo, el liberalismo y el socialismo”; publicado en 1851 por el intelectual español Juan Donoso Cortés.
Se trata de una obra escrita durante la época de Isabel II, monarca en el seno de cuyo reinado se produjo en España la denominada “Revolución liberal”, esto es, la serie de reformas políticas y sociales que despojaron a nuestra nación de su centenaria Tradición. Ante esta situación; si bien el escritor que nos ocupa inició su actividad política ligado a la facción liberal, a partir de la ola revolucionaria que se extendió por Europa en 1848, se transformó en uno de los más destacados apóstoles del tradicionalismo, defendiendo la autoridad y el orden frente a la anarquía y la violencia revolucionarias.
El “Ensayo” de Donoso Cortés defiende la tesis de que el orden es consecuencia del catolicismo, que introduce este concepto en la Religión, pasando de aquí a la moral y, finalmente, de ésta a la política. Frente a esto, el liberalismo es una doctrina que provoca el caos, disfrazándolo de una aparente armonía que, dando un paso más, el socialismo proudhiano niega en su totalidad.
Para desarrollar esta concepción de la política, el escritor comienza su libro con un capítulo que analiza la aportación que la verdadera Religión ha realizado a la Civilización occidental. Según él, “la teología es la luz de la historia”, pues las diversas instituciones sociales han sido edificadas por todas las civilizaciones de la historia a partir de su cosmovisión religiosa. Por esta razón, la más gloriosa de las civilizaciones es la católica, que ha introducido en la humanidad el concepto de fraternidad universal, una cosmovisión del hombre que considera a este como un ser libre y digno, de manera que “cuando el hombre llegó a ser hijo de Dios, al punto dejó de ser esclavo del hombre”. La consecuencia de la negación de la esclavitud del hombre y de la existencia de seres superiores, es la que ha desembocado en la constitución del concepto de “solidaridad”, esto es, de relación armónica entre los hombres. Todo ser humano ha sido creado para relacionarse con sus semejantes, de manera que solo puede forjar su personalidad y obtener su felicidad estableciendo diferentes relaciones con el resto de seres humanos. Esto se comienza con la familia, solidaridad doméstica, y se continúa con otra serie de lazos de fraternidad como la corporación, solidaridad profesional, o la nación, solidaridad política; de manera que se establece en la tierra una ordenación y jerarquización perfectas, que identifican la “ciudad terrenal” con la “ciudad celestial” de la que hablaba San Agustín.
Sin embargo, esta hermandad entre los hombres que declara el catolicismo como base de su doctrina política, es negada tanto por el liberalismo como por el socialismo. La primera de estas dos ideologías, lo hace al proclamar un individualismo radical cuya consecuencia es que “cada uno mira por los demás y se desentiende del resto”, estableciendo un sistema de relaciones entre los hombres en el cual se destruyen las entidades intermedias entre el individuo y el estado. Por su parte, el socialismo va más allá y defiende una auténtica contradicción: la de afirmar la solidaridad internacional entre los hombres al mismo tiempo que pretende erradicar las verdaderas manifestaciones de ésta, la Religión, la familia y la nación.
Por su parte, la raíz de esta radical diferencia que catolicismo, liberalismo y socialismo poseen en su cosmovisión de las relaciones humanas, se encuentra en las diferentes explicaciones que dan al origen del bien y del mal. Para el catolicismo, el bien se identifica con Dios, mientras que el mal es consecuencia accidental de la libertad humana. Es decir, el Creador no ha transmitido el bien absoluto a los hombres, pues esto supondría que fuéramos otros dioses, ni tampoco el mal, que no existe en Dios; sino un bien relativo cuya principal imperfección es la capacidad de elegir. Nuestra condición de seres humanos encuentra su identificación con el Señor mediante la libertad, que supone la posesión de un entendimiento capaz de guiar nuestra voluntad hacia el bien. Por tanto, la libertad integra al hombre en la armonía deseada por Dios, apartándole del caos que supone el pecado.
Sin embargo, el liberalismo reduce la concepción del bien y del mal a una cuestión de gobiernos, preguntándose por su legitimidad. Según defienden, la soberanía constituyente, esto es, el origen del poder, se encuentra en Dios; pero no así la soberanía actual, que depende del hombre. Es decir, el Creador sería el origen del mundo, pero, desentendiéndose de sus criaturas, les cede a estas toda soberanía en la tierra, desligándose de del ser humano. Por lo tanto, el bien y el mal son algo subjetivo que los políticos deciden basándose únicamente en la razón.
De esta manera, el liberalismo comienza a destrozar la significación religiosa de la política, pues considera que Dios no es necesario en la misma. Sin embargo es el socialismo el que, no reduciendo la cuestión del bien a la política, sino ampliándolo hasta su raíz social; termina por expulsar a la Religión de la sociedad, declarando el ateismo. Para Proudhom, el bien se identifica con el individuo, y el mal con la sociedad. Según él, el hombre es intrínsecamente bueno, pero las ligaduras sociales le transforman en un ser malvado; de manera que es imprescindible acabar con la ligadura divina (Dios), la política (Estado), la social (propiedad) y la doméstica (familia).
No obstante, el socialismo constituye un compendio de contradicciones absurdas; pues, además de la citada anteriormente con respecto a la solidaridad, Proudhom no consigue superar, como pretende, los conceptos de autoridad y de propiedad. Esto es, la sustitución de la autoridad que pretende no desemboca en la libertad, sino en otra autoridad mayor, la del estado; y la abolición de la propiedad privada supone también que sea el estado el que disponga de ésta. Además, el hombre no puede redimirse a sí mismo, pues de la imperfección no puede surgir la perfección si no es por medio de Dios.
En consecuencia, Donoso Cortés establece que, por ser el catolicismo la única concepción de la realidad cuyos dogmas no se contradicen y que se integran en un orden perfecto, es su doctrina la única que puede combatir al caos. Por esta razón, la contradicción del socialismo y del liberalismo sucumbirá ante la Religión que “ha puesto en orden y en concierto todas las cosas humanas”, lo cual define de esta manera el escritor español: “Ese orden y ese concierto, relativamente al hombre, significan que por el catolicismo el cuerpo ha quedado sujeto a la voluntad, la voluntad al entendimiento, el entendimiento a la razón, la razón a la fe, y todo a la caridad, la cual tiene la virtud de transformar al hombre en Dios, purificado con un amor infinito. Relativamente a la familia, significan que por el catolicismo han llegado a constituirse definitivamente las tres personas domésticas, juntas en uno con dichosísima lazada. Relativamente a los gobiernos, significan que por el catolicismo han sido santificadas la autoridad y la obediencia, y condenadas para siempre la tiranía y las revoluciones. Relativamente a la sociedad, significan que por el catolicismo tuvo fin la guerra de las castas y principio la concertada armonía de todos los grupos sociales; que el espíritu de asociaciones fecundas sucedió al espíritu de egoísmo y de aislamiento, y el imperio del amor al imperio del orgullo. Relativamente a las ciencias, a las letras y a las artes, significan que por el catolicismo ha entrado el hombre en posesión de la verdad y de la belleza, del verdadero Dios y de sus divinos resplandores”.
Se trata, en definitiva, de un libro muy interesante que describe la metapolítica católica, demostrando lo absurdo que suponen las ideologías revolucionarias y lo perfecto que tiene el catolicismo. Puede adquirirse en “Criteria Club” (http://www.criteriaclub.com/ensayo-catolicismo-liberalismo-juan-donoso-cortes.cr.html); o leerse por internet (http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/13505030989138941976613/index.htm).
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