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Tradición y Revolución

El Sagrado Corazón.

El Sagrado Corazón.

 

  La tradición hebrea relacionaba distintas virtudes con los diferentes órganos que componen el cuerpo humano. Por ejemplo, el hígado era identificado con la fuerza, mientras que el amor se simbolizaba con el corazón. Por ello, el Cristianismo, nacido en el seno de la sociedad judía, transmitió a la cultura Occidental esta cosmovisión que identifica al amor con el corazón.

  Puesto que Dios es amor, “Deus caritas est”, uno de los símbolos más significativos y evocadores que podemos identificar con nuestro Señor, es el Sagrado Corazón.

  Consiste en un corazón que suele ir acompañado por la Cruz y por la Corona de espinas, que son símbolo de la inmolación de Jesucristo, quien, siendo Dios, entregó generosamente su vida con el objeto de redimir a la raza humana y abrirle las puertas del Cielo. Y, puesto que los seres humanos debemos imitar a Cristo, esta alegoría también nos recuerda que la caridad constituye una realidad que, consustancial e irrevocablemente, se encuentra ligada a uno de los conceptos más despreciados y odiados por nuestra sociedad, un concepto que, por el contrario, para el cristiano encierra un sentido de naturaleza gloriosa: el sacrificio. Esto es, sacrificándonos, por la Religión, por la Patria, por el prójimo o por la justicia; es como permitimos que Dios actúe por medio de nosotros, extendiendo su reinado de amor por la sociedad.

  Esto último, es importante, pues el reinado de Cristo tiene una doble vertiente:

  Por un lado, se refiere al reinado que ejerce en nuestra alma cuando, arrancándonos el corazón de piedra, nos regala uno de carne, lleno de la vitalidad y de la fuerza necesaria para llevar a cabo la misión a la que se refiere el segundo de los sentidos del reinado de Cristo: su reinado social. Es decir, el mundo justo y caritativo que el Señor nos ha encomendado edificar, se construye sobre los ideales del Evangelio; que han de aplicase sobre una política que considere a Dios el único fundamento de su existencia.

  Todo esto, es recordado especialmente por la Iglesia en el mes de Junio, dedicado al Sagrado Corazón. Por ello, en este mes, es una hermosa tradición el realizar diversas obras de piedad que nos recuerden que nuestro Rey es Cristo, como pueden ser las peregrinaciones a lugares consagrados a su Corazón, la realización de novenas, la recitación diaria de ciertas oraciones…

  Además, este es un buen momento para iniciar la costumbre de llevar siempre con nosotros un Detente; es decir, una representación del Sagrado Corazón que nos recuerde la devoción que debemos al Señor. Este elemento, que los católicos llevan consigo desde que el Señor se lo dijera a Santa Margarita María Alacoque, puede obtenerse en la página www.tradicionyaccion.com.

  ¡ARRIBA ESPAÑA CATÓLICA!

  ¡VIVA CRISTO REY!

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