Nuevo Ministro.
Cuando, hace tan sólo unas semanas, ZP lograra hacerse una foto con Obama, su nuevo ídolo, y lograr cumplir con este sencillo acto el que había sido hasta entonces su gran sueño; la inmensa felicidad que, tanto para el Presidente español como para los ingenuos personajes que a ambos líderes comparan, supuso ese acto, se esfumó con la misma rapidez que duró la citada reunión. En efecto, para desgracia de Gabilondo, María Antonia, El País, la SER, y de todas aquellas personas o medios de información que, con toda seguridad, se hallaban en aquel momento prestos a empuñar sus armas mediáticas para presentar a Zapatero como un invicto líder mundial digno de estar en el G-20; la luz que del flash de aquella foto emanó se oscureció en un santiamén; pues la sombra de la incompetencia del Ejecutivo español la alcanzó de lleno.
Al mismo tiempo que el “amigo” de ZP (por fin tiene uno, y ya no tendrá que mostrarnos las humillantes reuniones en las que siempre aparece marginado en un rincón) le daba la mano y arrancaba de su boca una sonrisa que competía en curvatura con sus cejas; se desvelaba que iba a producirse un repentino cambio en el Gobierno. Un cambio que todos aguardábamos, pero del que nadie, ni el más fantasioso, podría esperar a quién se encomendaría la dirección del Ministerio de Fomento: a Pepiño Blanco.
Era lógico que fuera éste uno de los ministerios remodelados, pues el ridículo de Maleni resultaba humillante incluso para los votantes de ZP; pero es totalmente irracional que, incluso alguien con el “talante” de nuestro presidente, haya elegido para este puesto a un personaje que no ha llegado a Segundo de Derecho. No es concebible que una persona que sostenga sobre sus hombros, por muy débiles que éstos sean, el peso de toda una nación, se haya atrevido a regalar el Ministerio que más dinero maneja a un incompetente de tales dimensiones. Por lo menos en Educación ha puesto al Rector de una universidad, dando así una imagen tecnocrática; pero es incomprensible el poco valor que da Zapatero al Ministerio de Fomento, cuando éste es, como ya he dicho, ni más ni menos que el que más dinero maneja de todos.
Cualquier persona sabe, tal vez incluso Pepiño, la importancia que tiene la gestión de la red de infraestructuras estatales para un gobierno; pues ésta no sólo contribuye a crear puestos de trabajo, sino que además ofrece una imagen de fortaleza que se adopta se tenga o no. Cuando la población ve que se construyen aeropuertos, autovías o redes de tren; la concepción que tiene es la de un Estado moderno que camina con eficacia hacia la modernidad; de ahí que un profesor mío dijera que, cuando hablamos del “pan y del circo” siempre olvidamos mencionar las infraestructuras.
Sin embargo, la perspicacia política de ZP no parece llegar a ver esto, pues, aunque la valoración que de él hacen los españoles va de mal en peor, no se ha preocupado de ceder el Ministerio de Fomento a alguien que sea capaz de utilizarlo para truncar esta situación. Ha decidido que su misión continúe siendo la de hacernos reír; algo muy gracioso, que con Maleni ha logrado esbozar en nuestras caras unas sonrisas enormes como las de Zapatero; pero que no es para nada la misión que debería tener este Ministerio. En lugar de ser un Ministerio del Circo, tendría que cumplir su importante función, y eso al Presidente debería importarle aunque sólo fuera para dar buena imagen: a pesar de la ausencia de pan, junto al circo dispondría de las infraestructuras para ello; y como la masa española sólo se guía, como todas, por lo que recibe y se le vende, así podría perpetuarse más en el poder; y no ver cómo las encuestas dan una ventaja de cuatro puntos al PP en las elecciones europeas. Pero ni siquiera a eso llegan ZP y Pepiño.
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