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Tradición y Revolución

Pepiño...¿valores?.

Pepiño...¿valores?.

 

  Después de que  el Tribunal Supremo de “Justicia” rechazara el derecho a la Objeción de Conciencia que deberían tener los padres ante la intromisión del totalitarismo laicista en la educación moral de sus hijos; aquellos que tanto abanderaron la lucha por este asunto hace tan solo unas décadas, cuando su falta de honor y de servicio a la patria les impedía hacer la “mili”; manifiestan su alegría ante el, según parece, imparable avance de la Revolución “progresista”. Así lo confesó Mercedes Cabrera cuando se hizo pública la sentencia (y también dos días antes en youtube, manifestando una conexión entre el PSOE y los jueces que demuestra lo que los socialistas entienden por “independencia del poder judicial”); y así lo expresó también Pepiño Blanco cuando reconoció ante las cámaras de televisión que “explicar cómo se utiliza un preservativo está de acuerdo con nuestros valores”.

  Cuando un sujeto como éste dice una cosa así, podríamos pensar que es consecuencia de su incultura y ausencia de formación; ya que, a pesar de que Pepiño ostenta el cargo de Vicepresidente del PSOE (o tal vez precisamente por eso, es decir, para mantener el nivel intelectual de los políticos que dirigen el bipartidismo español) ni siquiera ha terminado su carrera universitaria. Y no es que tenga nada en contra de aquellas personas que no tienen estudios. Pero sí que lo tengo en contra del igualitarismo social que pretende establecer el dogma de que cualquier persona sirve para gobernar o para hacer cualquier otra cosa. Yo defiendo aquella jerarquización ya expuesta por Platón y según la cual toda sociedad ha de dividirse entre intelectuales, que dirigen a la Patria, trabajadores, que la edifican, y soldados, que la defienden; y todo ello sin restar a cada miembro del cuerpo social la importancia que posee manteniéndose firme en su puesto, que es tan digno en cualquiera de los tres lugares en los que la naturaleza le haya situado. Pero sin pretender realizar una actividad que no le corresponde, ya que así  se contribuye a desmoronar al Sistema, de manera análoga a la vemos en nuestros políticos.

  Aclarado esto, continúo con Pepiño. Decía antes que tal vez la afirmación del Vicesecretario del PSOE se debe a que la LOGSE y la LOE todavía no estaban aprobadas cuando él estudiaba y, por tanto, no tuvo la facilidad que tenemos ahora los estudiantes para pasar de curso.  Por ello puede estar donde está y permitirse decir cosas sin sentido. Sin embargo, después de haber leído durante estos días a Chesterton, me inclino a pensar que el intento de disfrazar el uso de anticonceptivos con el calificativo de “valor” no se debe a la idiotez; sino a que, por una razón intrínseca e irrevocablemente unida a la esencia del llamado “progresismo”, esta palabra no existe en el vocabulario de los socialistas (y, dicho de paso, tampoco en el de los peperos, que son los mismos perros con distintos collares).

   Dice el Apóstol del Sentido común en “Ortodoxia” que “progresar” equivale a “caminar por el camino”, es decir, a avanzar sin saber a dónde vamos, porque el relativismo nos impide tener una meta hacia la que dirigirnos.  En lugar de tener unos ideales únicos y absolutos, vamos cambiando continuamente de ideas, de manera que al final termina desvaneciéndose la posibilidad de tener un valor, ya que esta categoría debería caracterizarse por ser eterna. Chesterton lo dice así: “No (…) alteramos lo real para adaptarlo al ideal. Estamos alterando el ideal, es más fácil”. Por ello, los socialistas antes asesinaban a los homosexuales y ahora abanderan la lucha por sus supuestos “derechos”; por ello, antes defendían el comunismo y el colectivismo, y ahora son tan capitalistas como el que más; por ello, Largo Caballero colaboró con la dictadura de Primo de Rivera y después se pasó a las filas de sus opositores; por ello, Felipe González ganó las elecciones con el lema “OTAN, de entrada NO” y después se incorporó a ella; y, por ello, Zapatero critica a Palestina y al mismo tiempo es uno de los principales exportadores de armas de Israel.

   Esto es lo que les pasa a las personas que no tienen valores ni ideales: al no saber qué son, pueden llamar así a cualquier cosa, igual que Pepiño.

   Por el contrario, quienes creemos en la Verdad Absoluta debemos actuar como dice Ángel Ganivet en su “Idearium español”: “No te dejes vencer por nada extraño a tu espíritu; piensa, en medio de los accidentes de la vida, que tienes dentro de ti una fuerza madre, algo fuerte e indestructible, como un eje diamantino, alrededor del cual giran los hechos mezquinos que forman la trama del diario vivir; y sean cuales fueren los sucesos que sobre ti caigan, sean de los que llamamos prósperos, o de los que llamamos adversos, o de los que parecen envilecernos con su contacto, mantente de tal modo firme y erguido, que al menos se pueda decir siempre de ti que eres un hombre”.

  Este “eje diamantino” es el honor, y todos los valores que de él emanan. Unos valores que imprimen en nuestra alma una actitud ante la historia y ante la vida que nos permite distinguir el bien del mal. Unos valores que permiten que rechacemos la “Educación para la felonía” por ser contraria a los mismos. Unos valores, en definitiva, que por emanar directamente de Dios nos permiten estar seguros de que, aunque las personas que llamen así a cualquier cosa lo nieguen, la Verdad es eterna y siempre vence.

 

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