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Tradición y Revolución

Aniversario de la batalla de Las Navas de Tolosa.

Aniversario de la batalla de Las Navas de Tolosa.

     17 de Julio de 1212. Esta fecha, de la  que hoy se cumplen 797 años, constituye uno de los episodios más gloriosos de la historia de nuestra Patria. Uno de los muchos momentos de la historia universal en los que España ha intervenido en defensa de la Fe Católica y, por ende, de la hoy denostada Civilización Occidental; logrando salvaguardarla de uno de sus más seculares enemigos: el Islam.

     Hace casi ocho siglos que la tempestad musulmana se estampó ante la fortaleza de la diamantina Piel de Toro; bautizada así por Estrabón debido a  la forma que le atribuyó a Iberia, sin saber que esta comparación se transformaría con el devenir de la historia en la más paradigmática metáfora del ethos de sus habitantes. Muchas veces así lo demostraron nuestros antepasados, y no le faltó al siglo XIII, al que por algo llamó Menéndez Pelayo “el segundo más glorioso de la Historia de España”, su momento de justificarlo.

    En efecto, después de la crisis del Califato de Córdoba, fraccionado desde 1031 en los Reinos de Taifas, y tras el breve respiro que a la causa de la secta ismaelita aportó el intermedio almorávide; una nueva oleada de fanatismo norteafricano desafió a los Reinos Hispánicos tras la llegada en 1147 de los almohades.  Vencieron al monarca castellano Alfonso VIII en Alarcos (1195), provocando un nuevo resurgir de Al-Ándalus que amenazó, a través de su Media luna, con ensombrecer la luz de la Cristiandad peninsular y hacerla retroceder de nuevo hasta las montañas de Asturias.

    Sin embargo, una nueva Covadonga truncaría tan desastrosa posibilidad de  desenlace, pues el grito que San Bernardo de Claraval  y toda la Iglesia habían lanzado dos siglos antes a Europa, el grito de Cruzada, el Deus lo vult!, permanecía vivo cuando todo aquello ocurría. El avance moro debía detenerse de nuevo, y por ello el Primado de las Españas, Rodrigo Jiménez de Rada, en nombre del papa Inocencio III; convocaba a todos los cristianos a desenvainar sus espadas en nombre de la Justicia y de la Verdad. Un acto que rechazarían hoy los ingenuos partidarios de la “Alianza de Civilizaciones”, pero que constituía la única reacción posible ante una cultura que todavía en la actualidad, en el siglo XXI, mantiene la esclavitud, la cosificación de la mujer y la lapidación humana.

    Así, miles cruzados de toda Europa se alistaron en las filas del ejército que debía reunirse en Toledo en la octava de Pentecostés de 1212. Lo componían extranjeros, llamados normalmente francos en las crónicas, y también hispanii, esto es, españoles precedentes de los cinco Reinos peninsulares: junto con los castellanos lucharon navarros, con su rey Sancho VII el fuerte al frente; aragoneses, comandados por  Pedro II el católico; leoneses y portugueses, ambos sin sus monarcas, pues al contrario que los dos primeros no fueron capaces de dejar atrás sus diferencias con Alfonso VIII. Todos estos guerreros se unieron bajo el grito de Santiago y Cierra España!, que en Las Navas de Tolosa lanzó el rey castellano antes de comenzar la batalla, y el resultado de su valor y de su estoica lucha fue una de las más brillantes victorias jamás obtenida por nuestros antepasados.

    Aquel grito, que algunos siglos más tarde también lanzarían los invictos tercios en sus combates por toda Europa, demuestra la mística que acompañaba a los héroes que hicieron la Reconquista. No eran simples señores feudales ambiciosos y borrachos de poder, como ha pretendido en balde  demostrar la hoy superada historiografía marxista; sino que, muy por el contrario, era un episodio más de la lucha de España, del Catolicismo, contra sus amenazas. De ahí que el monarca que acaudilló a los vencedores de Las Navas de Tolosa  les arengara invocando a Santiago, protector de la patria que compartía con sus aliados leoneses, aragoneses, navarros y portugueses; y les exhortara a combatir juntos por el mismo ideal. Si por entonces no existiera el concepto de España como nación, no hubiera sido aquél el clamor de nuestros antepasados. Pero todos ellos luchaban por restaurar una de las, así llamadas literalmente, “cinco naciones” que heredó Europa del Imperio Romano: Hispania, que aquel 17 de Julio de 1212 fue, una vez más y como siempre, baluarte de la Cristiandad y de Occidente.

 

2 comentarios

Juan-Ba -

Muchas gracias, pasaré a recogerlo en cuanto pueda.

Red Hispania -

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